ORACION_AYUNO_Y_CARIDAD

En un mundo lleno de distracciones, donde muchas veces la prisa y el ruido nos alejan de lo esencial, es vital que aprendamos a cultivar un corazón dispuesto a encontrarse con Dios. Existen tres practicas poderosas que la Iglesia nos enseña para acercarnos más al Señor: 

La Oración, el Ayuno y la Caridad

Estas tres prácticas no solo transforman nuestra vida espiritual, sino que también nos ayudan a vivir plenamente el mensaje del Evangelio.

Jesús mismo nos habla de estas prácticas en el Evangelio según San Mateo (6:1-18). En este pasaje, Él nos da instrucciones claras sobre cómo vivirlas de manera auténtica y no como una demostración para ser vistos por los demás. Reflexionemos juntos sobre cada una de ellas.

La Oración: Encuentro Personal con Dios

La oración es el lenguaje del alma, el medio por el cual abrimos nuestro corazón a Dios. En Mateo 6:6, Jesús nos dice: “Cuando ores, entra en tu habitación, cierra la puerta y ora a tu Padre, que está en lo secreto. Y tu Padre, que ve en lo secreto, te recompensará”. Esto nos enseña que la oración no es un acto para llamar la atención, sino un momento íntimo con Dios.

Les invito a reservar cada día un tiempo para la oración. No se trata de la cantidad de palabras que digamos, sino de la sinceridad con la que abrimos nuestro corazón. Si no sabes por dónde empezar, simplemente habla con Dios como lo harías con un amigo. Pídelo, agradécele, pero sobre todo, escúchalo. Verás cómo esta práctica transforma tu forma de ver la vida.

El Ayuno: Dominio Propio y Solidaridad

El ayuno es mucho más que abstenerse de ciertos alimentos. Es un acto de dominio propio y una oportunidad para vaciar el corazón de todo aquello que nos aparta de Dios. En Mateo 6:16-18, Jesús nos exhorta a no mostrar el ayuno como un acto de tristeza o vanidad, sino a hacerlo con alegría y discreción.

El ayuno nos enseña a ser libres de las cadenas del consumo y el egoísmo. Al privarnos de algo, nos damos cuenta de que no vivimos sólo de lo material, sino de la Palabra de Dios. Además, el ayuno nos invita a ser solidarios. Lo que ahorramos al ayunar, podemos compartirlo con quienes tienen menos. Jóvenes, hagan del ayuno un acto de amor hacia Dios y hacia los demás.

La Caridad: El Amor en Acción

La caridad es el reflejo del amor de Dios en nuestra vida. Jesús en Mateo 6:1-4 nos advierte contra el peligro de hacer obras de caridad para recibir reconocimiento. Jesús nos dice: “Que tu mano izquierda no sepa lo que hace tu derecha”. Esto nos enseña que la verdadera caridad es desinteresada y surge de un corazón generoso.

Hay muchas formas de vivir la caridad. Puede ser ayudando a un amigo, escuchando a alguien que necesita desahogarse, o colaborando en proyectos comunitarios. Recuerden que el amor no está en las grandes acciones, sino en los pequeños gestos hechos con un gran corazón. Cada vez que amamos al prójimo, estamos amando a Cristo mismo (Mateo 25:40).

Vivir Estos Caminos en Nuestra Realidad

Oración, ayuno y caridad son tres practicas que nos llevan directamente al corazón de Dios. No los veamos como obligaciones, sino como oportunidades para crecer en nuestra fe y ser mejores personas. En un mundo que a menudo nos invita al egoísmo y al individualismo, estas prácticas nos desafían a vivir con humildad, generosidad y amor.

Les animo a que comiencen hoy mismo. Dediquen unos minutos a la oración, hagan un pequeño sacrificio como acto de ayuno, y encuentren una manera concreta de ayudar a alguien. Al hacerlo, experimentarán la alegría profunda de caminar junto a Dios.

¡Nunca olviden que Dios los ama profundamente y desea que vivan en plenitud!