¿POR QUÉ DIOS NO SIEMPRE NOS DA LO QUE LE PEDIMOS?

Hechos 3:1-10 (Leer antes)

En este episodio el apóstol Pedro va caminando hacia el templo y se encuentra con un paralítico ahí en la entrada que le pide algunas monedas. Y Pedro le dice: "No tengo ni oro ni plata, pero lo que tengo te lo doy: en nombre de Jesucristo El Nazareno queda sano", y el paralítico quedo sano de inmediato.

Aquel hombre recuperó la fuerza en sus pies y comenzó a dar saltos de alegría, dando gloria a Dios. Pero hagámonos esta pregunta: ¿Qué hubiera pasado si Pedro hubiera tenido dinero? ¿Qué hubiera pasado si Pedro le hubiera entregado esas monedas que este paralítico le estaba pidiendo?

La respuesta es evidente: este paralítico nunca hubiera caminado si hubiera recibido esas monedas que estaba solicitando.

Este episodio de la Biblia nos lleva a reflexionar sobre cómo actúa Dios en nuestras vidas. Dios no siempre nos da eso que estamos pidiendo, no siempre nos da eso que queremos, pero siempre nos va a conceder eso que necesitamos.

Fíjense qué interesante es esta lección. Muchas veces, nosotros estamos en busca de bienes materiales, cuando Dios lo que quiere es entregarnos bienes espirituales. Por eso, la oración más poderosa que podemos hacer no es esa de "yo decreto, yo declaro" las cuales no son Católicas.

En realidad, la oración más poderosa que podemos hacer es la que el mismo Señor nos enseñó en el Padre Nuestro: "Hágase señor tu voluntad en la Tierra como en el Cielo", porque Dios no siempre nos vas a cumplir nuestros antojos, no siempre nos vas a dar eso que le pedimos, eso que queremos, pero siempre nos vas a conceder eso que realmente necesitamos.

La Naturaleza de las Peticiones

Para comprender por qué Dios no siempre nos da lo que le pedimos, es esencial considerar la naturaleza de nuestras peticiones. A menudo, nuestras peticiones a Dios están influenciadas por nuestras necesidades inmediatas y deseos terrenales. Queremos salud, riquezas, éxito, amor y felicidad en este mundo. Y es comprensible, ya que somos seres humanos con deseos y necesidades mundanas.

Sin embargo, la sabiduría divina va más allá de nuestras limitadas perspectivas. Dios, en su omnisciencia, sabe lo que es mejor para nosotros a largo plazo y en un sentido eterno. Puede que lo que le pedimos en el momento presente no sea lo que realmente necesitamos para nuestro crecimiento espiritual y nuestra relación con Él.

El Propósito de las Pruebas y Desafíos

Dios no las envia pero permite que enfrentemos pruebas y desafíos en la vida, no como un castigo o una negación de nuestras peticiones, sino como una oportunidad para crecer y fortalecernos.

A través de las dificultades, aprendemos lecciones valiosas, desarrollamos la paciencia, la perseverancia y la confianza en Dios. Estos aspectos son esenciales para nuestro crecimiento espiritual y nuestra preparación para la vida eterna.

Cuando reflexionamos sobre la historia de Pedro y el paralítico, podemos ver que la sanación milagrosa del paralítico no solo restauró su salud física, sino que también lo llevó a la fe en Jesucristo. Este milagro fue una manifestación del amor y el poder de Dios, destinada a un propósito mayor que simplemente satisfacer una necesidad material inmediata.

La Importancia de la Fe y la Confianza

Dios valora nuestra fe y confianza en Él. A menudo, nuestras peticiones se centran en solucionar problemas y aliviar el sufrimiento de inmediato. Pero Dios nos invita a confiar en su plan divino y a creer que Él tiene un propósito mayor detrás de cada situación.

La falta de fe puede llevarnos a buscar respuestas inmediatas y soluciones superficiales. Cuando Dios no responde a nuestras peticiones de la manera que esperamos, podemos sentirnos desilusionados o desalentados.

Sin embargo, es importante recordar que la fe es una parte fundamental de nuestra relación con Dios, y a veces, la respuesta a nuestras oraciones es esperar pacientemente en Su tiempo perfecto.

La Voluntad de Dios sobre Nuestras Peticiones

La oración que Jesús nos enseñó en el Padre Nuestro, "Hágase tu voluntad...", es una expresión de sumisión y confianza en la soberanía de Dios. Significa que reconocemos que Dios sabe lo que es mejor para nosotros y que estamos dispuestos a aceptar Su plan, incluso si difiere de nuestras propias expectativas y deseos.

En lugar de limitar nuestras oraciones a pedidos específicos, podemos orar de manera más profunda y significativa al buscar la voluntad de Dios en nuestras vidas. Esto implica una relación constante con Él, buscando su guía a través de la lectura de la Biblia, la reflexión, un guía espiritual y la comunión con la iglesia católica y sus fieles. Cuando buscamos la voluntad de Dios, nuestras peticiones se alinean con sus propósitos eternos.

EN CONCLUSION

Este pasaje bíblico de Pedro y el paralítico nos enseña que Dios es el dador de todas las cosas buenas, pero a menudo tiene un plan más grande detrás de nuestras peticiones. Dios no siempre nos da lo que pedimos, pero siempre nos da lo que necesitamos para nuestro crecimiento espiritual y nuestra relación con Él.

La clave está en confiar en la sabiduría divina y en buscar la voluntad de Dios en nuestras vidas. A través de la fe, podemos encontrar consuelo y paz en la certeza de que Dios está trabajando para nuestro bien, incluso cuando sus respuestas a nuestras peticiones no son lo que esperábamos.

En lugar de enfocarnos únicamente en las bendiciones materiales, debemos aspirar a una relación más profunda con Dios y a un entendimiento más completo de Su plan para nuestras vidas. Al hacerlo, descubriremos que Dios siempre nos da lo que realmente necesitamos: Su amor inquebrantable y Su dirección constante en nuestro viaje hacia la Santidad.