Ser Cristianos Auténticos

La Fe Cristiana no es solo una serie de dogmas o prácticas externas; es una relación personal con Jesucristo.

Este llamado a vivir de manera coherente entre lo que profesamos y lo que hacemos es especialmente relevante para los jóvenes de hoy, quienes enfrentan innumerables desafíos en un mundo que frecuentemente cuestiona los valores del Evangelio. 

Ser cristianos auténticos no es una tarea fácil, pero es una vocación que nos llena de alegría y sentido.

La autenticidad en la vida Cristiana: ¿Qué significa ser auténtico?

La autenticidad es vivir con coherencia, siendo fieles a nuestras convicciones más profundas. En el contexto Cristiano, esto significa reflejar en nuestras acciones y palabras el amor y la verdad de Dios.

No se trata solo de ser sinceros con los demás, sino también con nosotros mismos y con Dios. Ser auténtico implica no ceder a las presiones externas que nos invitan a conformarnos al mundo, sino mantenernos firmes en la fe, incluso cuando eso requiera valentía.

Jesús nos advierte sobre el peligro de una fe que se queda en las apariencias: “Este pueblo de labios me honra, pero su corazón está lejos de mí. En vano me adoran, enseñando como doctrinas los mandamientos de hombres” Mateo 15,8-9. 

La autenticidad Cristiana nos llama a cerrar la brecha entre lo que proclamamos con nuestros labios y lo que vivimos en nuestro corazón.

El Peligro de la fe Superficial

Una fe superficial es aquella que se practica solo en ciertos momentos o contextos, pero que no penetra en nuestra vida cotidiana. Este tipo de fe se convierte en una fachada, una máscara que usamos para aparentar ser Cristianos sin realmente vivir como tales. Los jóvenes, en particular, pueden caer en esta trampa cuando buscan la aprobación de otros o temen destacarse por su fe.

Jesús nos desafía a ser Coherentes: “¿Por qué me llamáis ‘Señor, Señor’, y no hacéis lo que yo digo?” Lucas 6,46.

La verdadera fe transforma nuestro corazón y nuestras acciones, llevándonos a ser testigos del amor de Dios en cada área de nuestra vida. Es importante preguntarnos: ¿Nuestra fe es solo una práctica religiosa o es un estilo de vida que impacta todo lo que hacemos?

Ser Cristianos auténticos en un mundo que cuestiona Nuestra Fe

En un mundo que a menudo promueve valores contrarios a los del Evangelio, ser Cristiano auténtico es un acto contracultural. Los jóvenes enfrentan presiones constantes para adaptarse a las modas y expectativas sociales, muchas veces a costa de sus principios Cristianos. Sin embargo, ser fieles a nuestra fe significa estar dispuestos a ser diferentes, a no esconder nuestra luz.

Jesús nos dice: “Vosotros sois la luz del mundo. No se puede esconder una ciudad situada sobre un monte” Mateo 5,14

Este llamado nos invita a ser testigos valientes del Evangelio, no solo en momentos fáciles, sino también en medio de las dificultades y oposiciones. La autenticidad Cristiana no depende de la aprobación de los demás, sino de nuestra fidelidad a Dios.

Vivir con integridad: No dividir la vida entre "Santo" y "profano"

Una tentación común es separar nuestra vida "Espiritual" de nuestra vida "Mundana". Quizá vivimos nuestra fe los Domingos en la iglesia, pero el resto de la semana nos dejamos llevar por las mismas actitudes y comportamientos que el mundo nos propone. Sin embargo, para un Cristiano auténtico, toda la vida está orientada hacia Cristo.

San Pablo nos recuerda: “Y todo lo que hacéis, sea de palabra o de hecho, hacedlo todo en el nombre del Señor Jesús, dando gracias a Dios Padre por medio de él” Colosenses 3,17

La integridad cristiana significa vivir cada aspecto de nuestra existencia —estudios, trabajo, relaciones— como un reflejo de nuestra fe.

La Tentación de la Conformidad: Ser cristianos sin miedo a ser diferentes

El miedo al rechazo o a ser vistos como "Extraños" puede llevarnos a diluir nuestra fe para encajar en la sociedad. Sin embargo, el Evangelio nos llama a ser valientes.

San Pablo nos exhorta: “Porque no nos ha dado Dios un espíritu de cobardía, sino de poder, de amor y de dominio propio” 2 Timoteo 1,7

Ser cristiano auténtico no significa ser perfecto, pero sí implica esforzarnos por vivir de manera coherente, sin miedo al qué dirán. Es un acto de amor hacia Dios y hacia los demás, un testimonio de que el Evangelio tiene el poder de transformar vidas. Cristo nos llama a ser testigos valientes de su amor, a no escondernos, sino a vivir nuestra fe con pasión y autenticidad.

Vivir como cristianos auténticos es una tarea desafiante, pero profundamente gratificante. Nos invita a ser luz en medio de la oscuridad, a ser coherentes entre lo que creemos y lo que hacemos, y a no temer ser diferentes.

La autenticidad no se trata de buscar la perfección, sino de vivir con integridad y fidelidad a nuestro llamado como hijos de Dios. Que nuestra fe no sea una fachada, sino una realidad viva que inspire a otros a encontrar en Cristo el sentido pleno de sus vidas.