La Intercesión de María

En nuestra Iglesia Católica, María ocupa un lugar especial como intercesora. Este papel no busca sustituir la única mediación de Cristo, sino resaltar cómo, en su amor maternal, María nos ayuda a acercarnos más a su Hijo. 

¿Qué significa la intercesión de María?

La intercesión se refiere a pedir a alguien que abogue por nosotros, que lleve nuestras necesidades y peticiones ante otro. En el caso de María, su intercesión consiste en presentar nuestras necesidades ante su Hijo, Jesucristo. Ella no actúa de manera independiente ni fuera de la voluntad de Dios, sino como una madre que cuida y vela por sus hijos espirituales.

Un ejemplo bíblico de su intercesión se encuentra en el Evangelio de Juan 2,3-5, durante las bodas de Caná. Aquí María, al notar que los novios carecían de vino, dijo a Jesús: “No tienen vino”.

Luego instruyó a los sirvientes: “Haced todo lo que él os diga”. Este pasaje muestra su profundo deseo de que sigamos las enseñanzas de Cristo.

¿Cómo se da la intercesión de María?

El papel de María como intercesora no debe confundirse con la mediación única y redentora de Cristo, como se subraya en 1 Timoteo 2,5: “Porque hay un solo Dios, y un solo mediador entre Dios y los hombres, Jesucristo hombre”. 

En este contexto, la intercesión de María se entiende como un complemento, no como un reemplazo, de la mediación de Cristo. Ella, al ser cercana a su Hijo, aboga por nosotros con un corazón lleno de amor maternal.

En las bodas de Caná María identifica la necesidad, intercede ante Jesús y, aunque el milagro lo realiza él, su intervención fue crucial para que se manifestara la gloria de Cristo. 

¿Por qué es importante la intercesión de María?

La importancia de la intercesión de María radica en su papel como madre de todos los creyentes. En Juan 19,26-27, Jesús, desde la cruz, dice a Maria: “Mujer, he ahí a tu hijo”, y a Juan: “He ahí a tu madre”. 

Con estas palabras, Cristo confiere a María una maternidad espiritual universal, por lo que recurrir a ella es buscar el cuidado y la guía de una madre que siempre nos lleva más cerca de su Hijo.

Además, María es modelo de fe, humildad y obediencia. Su ejemplo nos inspira a vivir nuestra vida cristiana con mayor fidelidad. Al pedir su intercesión, no solo solicitamos su ayuda, sino también aprendemos a imitar su disponibilidad total a la voluntad de Dios.

Es importante abordar algunas confusiones comunes:

“María reemplaza a Cristo”: Esto es falso. La intercesión de María no sustituye la mediación de Cristo. Ella nos lleva siempre a él, como lo demuestra en Caná cuando dice: “Haced todo lo que él os diga”.

“María es la fuente de gracia”: María es un canal, no la fuente. Toda gracia proviene de Dios, pero María, por su intercesión, nos ayuda a recibirla con mayor plenitud.

“La intercesión mariana es innecesaria”: Aunque Cristo es el único mediador, la Iglesia enseña que la intercesión de María y de los santos nos ayuda a vivir nuestra relación con Dios de manera más profunda y plena. Su intercesión es un regalo de amor que Dios nos concede.

La intercesión de María es un tesoro espiritual que nos acerca más a Cristo. Ella, como madre espiritual, cuida de nosotros, aboga por nuestras necesidades y nos muestra el camino hacia su Hijo.

Al recurrir a María, no solo encontramos su ayuda amorosa, sino también un modelo de vida que nos enseña a vivir en fidelidad, humildad y obediencia a la voluntad de Dios. 

Que siempre podamos decir con confianza: 

“Santa María, Madre de Dios, ruega por nosotros ahora y en la hora de nuestra muerte. Amén”.