EL CUERPO ES TEMPLO DEL ESPÍRITU SANTO

Hoy vamos a hablar de nuestro cuerpo. El cuerpo que Dios nos ha dado, que es templo del Espíritu Santo. No estamos hablando de cualquier cosa; estamos hablando de tu cuerpo y el mío, que han sido creados con amor y con un propósito.

Dios te ha creado como eres, con la estatura que tienes, el color de ojos que tienes, el cabello y la contextura que tienes. A veces el mundo nos dice mentiras: nos dice que si no tenemos ciertas medidas, o un cierto color de ojos, o un cierto tipo de cuerpo, no valemos, no somos atractivos o no vamos a lograr el éxito. Pero todo eso son mentiras. Nosotros no valemos por cómo nos ve el mundo; valemos porque Dios nos creó, nos ama y nos dio la vida.

Dios te hizo como eres, y te valora como eres. Tú eres hermoso o hermosa ante los ojos de Dios, y aceptar eso es el primer paso para vivir en libertad. Cuando aceptamos nuestro cuerpo, nuestra realidad, y dejamos de creernos las mentiras que nos vende la sociedad, podemos vivir tranquilos y alejados de esas presiones de aparentar ser alguien que no somos.

Cuidar Nuestro Cuerpo: El Templo del Espíritu Santo

Pero no solo es cuestión de aceptarnos como somos; también se trata de cuidar nuestro cuerpo, porque si es un templo del Espíritu Santo, entonces merece respeto y atención. Este cuerpo que Dios nos dio, que es templo del Espíritu, necesita cuidados. ¿Y qué significa eso en la vida diaria? Bueno, cuidar lo que comemos, descansar bien y desarrollar buenos hábitos.

Ya hemos oído muchas veces sobre la importancia de una alimentación saludable, de dormir bien y de mantener buenos hábitos. No es solo por el físico; es que cuando cuidamos nuestro cuerpo, nuestra mente y nuestro espíritu también se benefician. Una buena comida, a las horas que corresponden, nos ayuda a tener la energía y claridad para enfrentar cada día. Y descansar es clave; muchos de nosotros, especialmente cuando somos jóvenes, caemos en la tentación de desvelarnos, de pasar horas en la computadora, en el teléfono, jugando o explorando cosas que terminan robándonos el sueño.

¿Qué pasa cuando no descansamos bien? Nos sentimos irritables, sin ánimo, y a veces incluso caemos en tristeza o en ansiedad. Todo se nos altera porque nuestro cuerpo no está funcionando como debería. Así que el llamado es a descansar lo que necesitamos, a ordenar nuestros hábitos para que nuestro cuerpo, que es ese templo del Espíritu Santo, esté bien.

Evitar los Excesos que Dañan Nuestro Templo

Algo que quizás no pensamos mucho cuando somos jóvenes es en las consecuencias de los excesos. Es fácil caer en la idea de que “a mí no me va a pasar nada” o de que “yo tengo la fuerza para resistirlo todo.” Pero la verdad es que todo lo que hacemos tiene un efecto. A lo mejor no lo vemos ahora, pero con el tiempo, esos abusos pasan factura.

Podemos hablar de los excesos de alcohol, de sustancias dañinas, de malas decisiones con nuestro cuerpo. Cuando hacemos esas cosas, cuando dejamos que nuestro templo se llene de elementos que lo dañan, estamos destruyéndolo. San Pablo nos advierte de eso, nos dice:

“Ustedes han sido comprados a un precio muy alto; procuren, pues, que sus cuerpos sirvan a la gloria de Dios.” (1 Corintios 6:20).

Y aunque pensemos que cuidarse es algo “aburrido” o que podemos “arriesgarnos,” llegará el día en que nos daremos cuenta de que valía la pena haber cuidado nuestro cuerpo. A veces, esos excesos, aunque no los queramos ver, pueden traer complicaciones físicas que se sienten luego y que nos afectan toda la vida.

Vivir en el Espíritu y para el Espíritu

Vivamos en el Espíritu. Porque cada uno de nosotros, por el bautismo, es un templo de Dios, y este Espíritu Santo que habita en nosotros merece que le demos un lugar digno, un lugar limpio y cuidado. Esto no significa que tenemos que ser “perfectos,” sino que tomemos conciencia de lo que dejamos entrar en nuestro cuerpo, en nuestra mente y en nuestro corazón.

Al final, todos estamos llamados a glorificar a Dios en nuestro cuerpo y en nuestro espíritu, que son de Él. Los años pasan rápido, y más adelante verás que todo lo que hacemos por nuestro bienestar nos ayuda a vivir mejor, a ser más felices. No seamos tercos o tercas; dedícate a cuidar tu vida, tu templo. Vale la pena.

Recordemos las palabras de San Pablo: ¿No saben que son templo de Dios y que el Espíritu de Dios habita en ustedes?. Si alguno destruye el templo de Dios, Dios lo destruirá a él. El templo de Dios es sagrado, y ese templo son ustedes.(1 Corintios 3:16-17).

Ese es el llamado de hoy: cuidemos nuestro cuerpo y vivamos como verdaderos templos del Espíritu Santo.