EL INCIENSO EN LA MISA
Servir con el incienso en la Santa Misa es uno de los servicios más solemnes y hermosos que puede realizar un monaguillo. Este tema no solo tiene el objetivo de que aprendan a manejar un objeto litúrgico, sino que busca que puedan comprender el sentido profundo de su uso y su simbolismo.
El Turíbulo y la Naveta
El incienso se utiliza en la liturgia con dos objetos principales: el turíbulo y la naveta.
El Turíbulo
El turíbulo (también llamado incensario) es el recipiente metálico donde se coloca el carbón encendido y sobre el cual se pone el incienso para que, al quemarse, produce el humo aromático que asciende hacia el cielo.
Partes del turíbulo:
La copa o base
Es donde se coloca el carbón encendido. Representa el corazón humano que arde en amor a Dios.
La tapa perforada
Permite que el humo salga y se eleve, simbolizando nuestras oraciones que suben al cielo.
Las cadenas
Generalmente son tres o cuatro. Sirven para balancear y mover el turíbulo. Simbolizan la unión entre el cielo y la tierra, la acción del Espíritu Santo que eleva nuestras súplicas.
La argolla superior
Permite sostener el turíbulo y abrir la tapa fácilmente.
La Naveta
La naveta es el pequeño recipiente donde se guarda el incienso antes de usarlo. Tiene forma de barca, recordando a la Iglesia, la barca de Pedro, que navega guiada por el Espíritu Santo. En su interior se guarda el incienso, y junto a ella siempre hay una cucharilla con la que el sacerdote o diácono toma una porción de incienso para colocarla sobre el carbón.
El Significado del Incienso en la Liturgia
El humo del incienso simboliza la oración que se eleva a Dios:
“Suba mi oración como incienso en tu presencia, el alzar de mis manos como ofrenda de la tarde” (Salmo 140,2). Versión CEE
Además, el incienso representa la presencia de Dios y la purificación. Por eso se usa en los momentos más solemnes de la liturgia, para expresar reverencia y adoración ante lo sagrado: el altar, la Palabra, los dones, el sacerdote, el pueblo y, sobre todo, el Santísimo Sacramento.
Preparación Antes de la Misa
El monaguillo encargado del incienso (llamado turiferario) debe preparar todo antes de que comience la Misa:
- Verificar que el turíbulo y la naveta estén limpios.
- Colocar carbón nuevo en el turíbulo y encenderlo con anticipación (unos 10 minutos antes de la procesión).
- Asegurarse de que el carbón esté bien encendido
- Colocar el incienso en la naveta, con la cucharilla lista.
Uso del Incienso Durante la Misa
Durante la Misa el monaguillo que sirve con el incienso debe distraerse. Aunque esté fuera del presbiterio, debe vivir la Misa con el corazón, permaneciendo atento y viviendo cada momento.
Procesión de Entrada y Salida
El turiferario encabeza la procesión, balanceando el turíbulo suavemente (dos o tres movimientos hacia adelante). El humo debe ser visible, pero no excesivo. Al llegar al altar en la procesión de entrada, se coloca a un lado hasta que el sacerdote lo reciba.
Al Iniciar la Misa
El sacerdote echa incienso en el turíbulo. El Monaguillo de la Naveta la sostiene abierta y el otro se encarga de abrir el turíbulo. El sacerdote toma incienso y bendice el carbón con la señal de la cruz. Luego inciensa:
El altar y la cruz
Durante esta incensación, el monaguillo se coloca de pie, junto al sacerdote, sosteniendo la casulla para que esta no se le pegue al turíbulo.
Durante el Evangelio
Antes de proclamar el Evangelio, los monaguillos que sirven con el incienso se ponen de rodillas delante de El celebrante para que este le eche incienso al turíbulo. Luego se ponen de pie y se colocan al lado del ambón y se lo pasan al sacerdote o diácono que vaya a proclamar el evangelio para que este lo inciense.
En el Ofertorio
Este es uno de los momentos más importantes.
Después de presentar los dones y antes del lavatorio de las manos los monaguillos se acercan con el turíbulo y la naveta, el sacerdote pone incienso y bendice, luego inciensa los dones sobre el altar, la cruz, el altar (rodeándolo), después, el sacerdote es incensado por el diácono o el monaguillo (tres veces dos veces). Luego, el monaguillo incensa al o los concelebrantes, al pueblo (tres movimientos hacia el centro, izquierda y derecha).
En la Consagración
Durante la consagración, dos monaguillos asisten con el incienso.
En el momento de la elevación de la Hostia y del Cáliz, los monaguillos, de rodillas frente al altar, inciensan tres veces (tres golpes tres veces, uno en el centro, derecha, izquierda). Es un gesto de adoración profunda ante Cristo Eucaristía.
El Incienso en Misa cuando Hay Diácono
Si hay diácono, el monaguillo en cada momento le entrega el turíbulo y la naveta para que él sirva al sacerdote.
Actitud del Monaguillo al Servir con el Incienso
Servir con el incienso no es solo un gesto externo. Es un servicio espiritual. El turiferario debe hacerlo con reverencia, atención y oración interior. No debe distraerse ni conversar, y siempre debe mantener el incensario en silencio y en orden.
Cada vez que balancea el turíbulo, que enciende el carbón o que se arrodilla ante el altar, está participando en una alabanza visible a Dios.
Servir con el incienso es un privilegio y una escuela de oración. Cada humo que asciende es una súplica, cada movimiento una ofrenda, y cada gesto una forma de glorificar al Señor.
El monaguillo que comprende el sentido del incienso no sólo cumple una función: se convierte en instrumento de alabanza, ayudando a que toda la asamblea viva la liturgia con mayor profundidad y belleza.
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