VIVIR COMO JOVEN CATOLICO HOY
Ser joven y católico hoy puede parecer un desafío y es duró. Vivimos en un mundo lleno de influencias que muchas veces nos invitan a dejar de lado nuestros valores para “encajar” o ser aceptados. Sin embargo, ser auténticamente Católico no significa vivir aislado o privado de alegría; significa vivir con coherencia, fe y alegría en cada momento de nuestra vida. Ser un joven católico auténtico no es solo una etiqueta, es un estilo de vida que transforma cada aspecto de nuestra existencia.
Ser auténticos es la base de nuestra fe
Vivir como joven católico comienza por ser auténtico. Esto significa que nuestra identidad en Cristo no cambia según el lugar en el que estemos. No podemos ser Católicos en la parroquia los Domingos y luego olvidar nuestras creencias cuando estamos con amigos, en la escuela o en el trabajo. Ser auténtico significa que nuestra fe se refleja en nuestras palabras, acciones y decisiones cotidianas. No se trata de imponer nuestra fe a los demás, sino de vivir de tal manera que nuestra vida sea un testimonio silencioso y poderoso del amor de Dios.
Debemos ser Valientes para expresar nuestra fe
No tener vergüenza de ser y decir Soy Católico es fundamental. Muchos jóvenes sienten miedo de compartir su fe por temor a ser juzgados o rechazados. Pero debemos recordar que la valentía cristiana no es arrogancia; es la convicción de que vivir según la verdad de Dios es lo más valioso que podemos ofrecer al mundo. Decir con alegría que somos católicos y vivir según esos valores es un acto de testimonio que puede inspirar a otros a acercarse a Dios.
Debemos ser ejemplo en todos los ámbitos de la vida
Vivir como Católico no se limita a ir a Misa o rezar; implica ser ejemplo en todo lugar y situación: en la escuela, en la universidad, en el trabajo, en reuniones con amigos o incluso en momentos de diversión. Esto no significa privarse de disfrutar la vida, sino aprender a disfrutar de manera saludable y coherente con nuestra fe. Por ejemplo, podemos divertirnos en un parque, en un río o en la playa, sin caer en actitudes o comportamientos que contradigan nuestros valores. También significa practicar la honestidad, la generosidad y el respeto en cada interacción.
Debemos Amar y compartir
Nuestro testimonio no se limita a lo que hacemos por nosotros mismos, sino a cómo impactamos a los demás. Amar y compartir son pilares de la vida católica. Esto puede ser tan simple como ayudar a un compañero en la escuela, brindar apoyo a un amigo que atraviesa un momento difícil o involucrarse en actividades de servicio en la comunidad. La alegría de vivir la fe se multiplica cuando se comparte con los demás.
Estar en el mundo sin ser del mundo
Jesús en el Evangelio de Juan 17, 14-16 nos enseñó que estamos en el mundo, pero no somos del mundo. Esto significa que podemos disfrutar de la vida, estudiar, trabajar, socializar y divertirnos sin dejarnos arrastrar por valores contrarios a nuestra fe. No se trata de evitar a las personas o las experiencias, sino de discernir y elegir siempre lo que nos acerca a Dios. Ser joven católico auténtico implica aprender a tomar decisiones que reflejen nuestra identidad en Cristo, aun cuando sea diferente a la mayoría.
Busquemos una vida coherente y alegre
Ser joven católico es un llamado a vivir con autenticidad, valentía y alegría. No es un conjunto de prohibiciones, sino una oportunidad de ser luz en medio del mundo. Vivir la fe en todo momento transforma nuestra vida y la de quienes nos rodean. Cuando logramos ser coherentes en nuestras palabras, acciones y decisiones, demostramos que ser católico no es una limitación, sino la fuente más profunda de libertad y felicidad.
Vivir como joven católico en todo momento es posible. Requiere decisión, oración y un corazón abierto a Dios. Y recuerda: tu vida coherente puede ser la chispa que inspire a otros a acercarse al amor de Cristo.
