El Bautismo de Jesús
Jesús se acerca al río Jordán para ser bautizado por Juan, un acto que, a primera vista, podría parecer innecesario, ya que Él es sin pecado.
Sin embargo, este gesto tiene un significado profundo: Jesús se somete humildemente a la voluntad del Padre, marcando el inicio de su misión redentora. Al entrar en las aguas del Jordán, nos muestra que la vida cristiana parte de la obediencia a Dios.
En este momento, se escucha la voz del Padre diciendo: “Este es mi Hijo querido, mi predilecto” (Mateo 3,17).
Esta proclamación reafirma que Jesús es el Hijo de Dios y que su misión está en total sintonía con el plan del Padre.
El Bautismo nos hace hijos de Dios y nos llama a la Santidad
De manera similar a Jesús, nuestro Bautismo nos conduce en una nueva relación con Dios. A través de este sacramento, somos liberados del pecado, recibimos el Espíritu Santo y nos convertimos en hijos adoptivos de Dios.
Este don no es solo una realidad espiritual, sino también un llamado a vivir conforme a nuestra nueva identidad.
Como dice San Pablo: “Por tanto, al ser bautizados con Él, fuimos sepultados en la muerte, para que, así como Cristo resucitó de entre los muertos por la gloria del Padre, así también nosotros vivamos una vida nueva” (Romanos 6,4).
Esta vida nueva implica una transformación de nuestro corazón y en nuestras acciones, buscando la santidad en lo cotidiano y reflejando en nuestra vida el amor de Dios. Ser hijos de Dios no es un título pasivo; es un compromiso activo de vivir con rectitud y amor, siendo luz para el mundo.
Compromiso con una vida Cristiana activa
El Bautismo de Jesús no fue un simple rito, sino el inicio de su misión pública, donde proclamó el Reino de Dios a través de sus palabras y acciones.
De la misma forma, nuestro Bautismo nos compromete a ser discípulos activos en la misión de Cristo. Ser bautizados significa aceptar el llamado a vivir nuestra fe en acción, siendo testigos del amor de Dios y llevando el mensaje del Evangelio a todos.
Como Jesús nos manda: “Id, pues, y haced discípulos a todas las naciones, bautizándolos en el nombre del Padre, del Hijo y del Espíritu Santo” (Mateo 28,19-20).
Esta misión no es solo para sacerdotes o religiosos, sino para cada bautizado, quien está llamado a ser un instrumento de Dios en su familia, su comunidad y el mundo.
Vivir el Bautismo en comunidad
El Bautismo no solo nos une a Cristo, sino también a su Iglesia, que es la comunidad de fe donde crecemos y nos fortalecemos. Aunque Jesús recibe el Bautismo de forma individual, inicia su ministerio rodeado de discípulos y comunidades que lo apoyan.
De igual manera, nosotros somos llamados a vivir nuestra fe en comunidad, porque nadie puede caminar solo en su camino hacia Dios.
La comunidad cristiana nos sostiene, nos guía y nos impulsa a cumplir nuestra misión, ayudándonos a vivir los compromisos asumidos en el Bautismo.
La Fiesta del Bautismo del Señor
La Fiesta del Bautismo del Señor, que celebraremos el 12 de enero de 2025, es un momento especial para recordar nuestra propia experiencia bautismal. Este día nos invita a renovar nuestro compromiso con Dios, reflexionando sobre la gracia que hemos recibido y la misión que nos ha sido confiada.
Sigamos el ejemplo de Jesús, viviendo con humildad y obediencia, y dejando que nuestra vida sea un testimonio vivo del amor y la misericordia de Dios en el mundo.